La curiosidad sobre la identidad y
las intenciones del extraño embargaba a Azul, pero su cautela y
sentido de conservación de la propia vida eran más poderosas (“La
curiosidad mató al gato” era una de sus máximas principales). Así
pues, decidió olvidar al misterioso individuo y proseguir con lo que
estaba haciendo.
Entró en la oficina de correos y,
tras hacer cola un par de minutos, preguntó si había algún paquete
a nombre de José García. Su nuevo nombre no estaba hecho para
llamar la atención, ciertamente.
Mientras la mujer que lo atendía
hacía las comprobaciones de rigor, sonó el móvil de Azul. El suyo,
no el de José García. Los nervios volvieron a apoderarse de nuestro
protagonista, que rápidamente descolgó sin preocuparse de comprobar
el número que llamaba.
- ¿Sí? - respondió, algo temeroso.
- Azul, soy Luna, ¿te acuerdas de mí?
Por una vez, Azul hubiera deseado
que se tratara de un pesado comercial intentando convencerle de
cambiarse de compañía telefónica. Evidentemente, no era el caso.
- S-sí, claro. No... no recuerdo haberte dado mi número.
- Tenemos nuestros métodos para conseguir cierta información. - explicó Luna. - Escucha, tengo noticias, y no te van a gustar.
Azul ya no sabía ni qué responder,
y además estaba ocupado tratando de sujetar al niño mientras
enseñaba su nuevo carné de identidad para recoger el paquete, que
era algo más grande de lo que había imaginado.
- ¿Azul, me escuchas?
- Sí, disculpa. - se excusó al tiempo que abandonaba la oficina de correos.
- Bien. No te asustes, pero estás en busca y captura.
- ¿QUÉ?
- Un testigo te vio abandonar el edificio en el que vives con un bebé en brazos. Eso, unido al estado en que quedó tu casa y a la desaparición de Víctor Rouge, te mete de lleno en la lista de sospechosos del secuestro. Y también está la pistola, claro...
- ¡La pistola, maldita sea! ¡La olvidé!
La mala suerte que parecía
perseguir a Azul los últimos días solo podía compararse con su
propia torpeza, pensó.
- Parece ser que esa pistola podría haberse utilizado para eliminar al vigilante nocturno de la mansión de los Rouge.
- Fantástico, así que además de secuestrador también soy asesino...
- Tranquilízate. - pidió Luna. - Es Azul a quien buscan, y tú ya no eres Azul, ¿cierto?
- Eh... supongo.
- Debes deshacerte de cualquier cosa que te relacione con Azul, empezando por este teléfono. Supongo que El Director te habrá proporcionado otro, y también algo con lo que modificar tu aspecto.
- Sí, tengo otro móvil, y supongo que el paquete que acabo de recoger tendrá que ver con lo otro.
- Compruébalo. Y dame tu nuevo número para que podamos seguir en contacto.
Azul se metió
en un callejón poco transitado, donde aprovechó para buscar el
número de su nuevo teléfono y comunicárselo a Luna. También
procedió a abrir el paquete. En efecto, en su interior había todo
lo necesario para ocultar su auténtico rostro: máscaras, postizos,
pasamontañas y hasta un set de maquillaje...
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