Chof, chof , chof, chof…. el sonido constante de una gota de
agua cayendo sobre un charco retumbaba en la cabeza de nuestro protagonista
como si se tratase de explosiones.
Azul abría los ojos, mareado, con náuseas y un terrible
dolor de cabeza, parecía que una manada de elefantes hubiera pasado por encima de
él. Desconcertado y asustado se percató
de que se encontraba en una pequeña y lúgubre habitación de un lugar que no conocía. Las
paredes estaban llenas de humedades, manchas rojas que parecían ser sangre de algún
pobre desgraciado que paso sus últimos días entre aquellas cuatro paredes y lo
que más aterro a Azul eran unas marcas desgarradoras que parecían ser arañazos.
La habitación tenía un viejo colchón con
algún que otro muelle sobresaliendo con las puntas oxidadas. En una de las
paredes había unas cadenas que parecían haber servido para realizar algún método
de tortura, o eso se le venía a la mente a Azul. En el techo había un gancho con una soga y un pequeño taburete debajo de esta con una
nota que ponía lo siguiente “Esta es tu única salvación”, parecía que lo habían puesto en aquel lugar
para jugar con su mente y ver hasta donde era capaz de llegar.
Asustado y dolorido, Azul hizo un esfuerzo de salir de aquel
lugar, pero no iba a ser tan fácil. Una recia puerta de metal le impedía el
paso al exterior.
En una de las paredes había una pequeña ventana por donde
entraba el aire, el frió y el agua. Azul
agarro el taburete y lo puso sobre la pared. Se subió a observar el exterior y
con un poco de suerte pedir ayuda a algún viandante.
-¿Pero…?¿Cómo es posible? No puede ser cierto!!.
Azul no podía creer lo que sus ojos estaban viendo por
aquella pequeña ventana con barrotes, pero tenía que salir de allí. Exhausto empezó
a gritar y a pedir ayuda sin recibir ninguna respuesta, entonces se percató que
había una extraña marca en el techo que iba desde la soga hasta la puerta.
Todo tenía sentido, Azul agarro la soga, tiro con fuerza y allí,
con algún tipo de mecanismo, la puerta blindada se abrió permitiendo a Azul
salir de aquella celda.
Cuando se dispuso a salir por patas de aquel edificio, el
llanto de un niño le alertó…
¡Gracias por compartir RuVerMan! Ahora le toca a un nuevo autor: Alex Jarne. Esperamos tu historia antes del viernes que viene.
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