jueves, 25 de septiembre de 2014

Capítulo 15: Cromatización

Capítulo escrito por Arekusanda Bagheera Jarne



El pintor recolocó su gama de colores en la paleta y comenzó una nueva danza de pinceles. Tonos rojos y azules, de un hermoso amanecer teñían cada centímetro de aquel extraño lienzo. Se llevó una mano a la cara para subirse las gafas con gesto de consternación, y miró al señor Azul con interés.

El pintor ponía color a su vida, mientras que el señor Azul ignorantemente vivía sin saber nada de él. El pintor vivía al margen de la ley, al menos de la ley tal y como la conocía el señor Azul. Pero empezaba a estar harto. Harto de seguir siendo tan… azul. Por eso, decidió que ya era hora de  hablar con él, pero dada su incapacidad al vivir en dos realidades tan distintas, el pintor no podía sino hacerle llegar sus mensajes por otros medios, y en su caso, su preferido era el color.

El gris era el color de la cárcel, pero el exterior era rosa. Si la vida fuera un código de colores, nada tendría tanto sentido como la cromatización. Conforme el pintor coloreaba su lienzo, Azul había visto desde la ventana de la cárcel un cambio entre muchos colores de la escala cromática. Verlo era un hecho tan hermoso y tan terrible, que el pobre se volvió loco por momentos.

El teléfono, dormido en algún rincón, marcaba las doce de la noche. Llovían gotas de limonada, que se filtraban a través de las rendijas del techo. El contestador automático no cesaba de llorar como un bebé y el paraguas alejaba a las ardillas con un reclamo de si bemol…

¿Estaba soñando?

De repente, la lluvia amarilla empapó al señor Azul, y ríos de tinta resbalaron por su cuerpo. Era una sensación muy extraña, y para un hombre de costumbres como el señor Azul, muy poco placentera. Le llenaban de alegría y esperanza.

¿Estaba drogado? ¿Estaba delirando?

Entonces el pintor sonrió, porque Azul había dejado de ser Azul. Azul acababa de morir. Había abierto su mente y había comprendido. Todo este asunto de los Rouge, y del niño, tenía que resolverlo, y el pintor le había dado la clave.

Todo carece de sentido si no cumplen su función adecuada, pensó Azul para sus adentros. Los teléfonos no dan la hora, y por supuesto los contestadores automáticos no lloran como los bebés…

Entonces Azul comprendió que no era más Azul, y que la lluvia amarilla lo había convertido en Verde. Comprendió también que el llanto del bebé tenía que dejar de servir como mensaje automático constante de la amenaza de los Rouge.

Todavía un poco grogui, el señor Verde abandonó la cárcel sabiendo cuál sería su próximo movimiento, pero sin poder entender porqué. Había sido sin duda, la experiencia espiritual más rara de toda su vida, se había cromatizado.

1 comentario:

  1. Gracias Alex por compartir con nosotros. Después de consultarlo con él, le toca escribir la siguiente entrega a Miguel MiruJaca. Tienes hasta antes del sábado que viene.

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