Entrega del Plan C de Adrián Jarne:
Aunque no hubiese tenido buen oído, Azul podría haber escuchado perfectamente los pasos que provenían de la escalera. Sin todavía creerse lo que le estaba sucediendo, porque uno no descubre un bebé en su casa todos los días, cogió rápidamente la documentación del cajón con las instrucciones, el arma, las llaves del coche y el teléfono móvil. Cogió al bebé con la mano izquierda, mientras con la derecha llevaba el arma, esperando con todo su ser no tener que utilizarla y que en tal caso estuviese cargada.
Azul se dirigió a la puerta y observó por la mirilla quién era capaz de armar semejante estruendo. Alguien con una gabardina y un sombrero ancho apareció en el rellano de las escaleras. Azul se sorprendió de ver que su gabardina no estaba mojada, puesto que fuera había una tormenta realmente grande.
Una vez llego frente a la puerta de Azul, se detuvo y miró el número. Posteriormente llamó a la puerta. Azul se encontraba totalmente fuera de sí. ¿Quién llamaba a su puerta?¿Por qué todo esto le pasaba a él?¿No podía simplemente tener un día normal, con su rutina?. No se lo pensó dos veces y se alejó de la puerta. Al no obtener respuesta, el desconocido se puso a golpear la puerta. Seguramente en un abrir y cerrar de ojos la puerta estaría en el suelo, así que Azul reaccionó lo más rápido que pudo, salió por la ventana abierta del cuarto de baño guardándose la pistola, y se quedó en el Alféizar.
Por suerte, era lo suficientemente ancho como para poder mantenerse en pie. Por desgracia, era lo suficientemente estrecho como para que al más mínimo error se precipitase al vacío, y eso es algo que con la molesta lluvia no ayudaba. Así pues, se armo de valor y trató de avanzar hasta la esquina del edificio, si llegaba, podría sentarse en el borde. Cuando apenas llevaba medio metro tropezó por primera vez. Callo de costado mirando hacia el borde, y agarró el bebé con todas sus fuerzas para que no se cayera al vacío.
El desconocido tiró la puerta y entró en la casa. Por lo que podía oír Azul, estaba abriendo todo tipo de armarios y recorriéndose la casa. Tal vez buscaba a algo, o a alguien… Por suerte para Azul, no se dio cuenta de que la ventana estaba abierta, y abandonó el lugar antes de descubrirle.
Al incorporarse, tropezó por segunda vez. Esta vez se quedo sentado pegado con la espalda a la pared. De nuevo agarró al bebé lo suficiente como para que no sucediera ninguna tragedia, pero cuando le miró, se dio cuenta de que un pequeño paquetito se había caído de las mantas que cubrían al bebé. Al caer al suelo no pareció romperse. Azul entró empapado en el cuarto de baño. Dejó el bebé y miró por la ventana. Justo en ese momento, el desconocido de la gabardina y el sombrero lo recogía del suelo. Azul vio como se montaba en un coche rojo antes de irse. En ese momento, se dio cuenta de que realmente no tenía ninguna garantía de a dónde iba a llegar con el bebé.
Esta publicación corre a cargo de Adrián Jarne. A lo largo de la siguiente semana yo publicaré la continuación y así habremos terminado la primera ronda del Plan C.
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